Imagina dos situaciones: 1) encontrar 1,000 dólares, que son tuyos para conservarlos sin compromiso, y 2) ganar 1,000 dólares trabajando duro.
Tengo curiosidad: ¿hay alguna diferencia entre el valor de ambas? ¿Consideras que una vale más que la otra? ¿Hay alguna diferencia en cómo los gastarías?
¿Son diferentes para ti en algún sentido? Puedes hacer exactamente lo mismo con ellos. Me pregunto si realmente lo harías. Pues bien, si les das un valor diferente, podrías estar perdiéndote algo; ¡sigue leyendo para saber cómo conseguir más de forma gratuita!
Lo que quiero decir con todo este cuestionamiento es que si sólo valoramos las “cosas” por las que tenemos que trabajar duro, corremos el peligro de que las “cosas” que podemos tener con facilidad pasen de largo: no se valoran y no captan nuestra atención. Estas “cosas” no son sólo dinero, por supuesto, sino habilidades, conocimientos y relaciones, por nombrar algunos; todos ellos son activos valiosos.
El secreto del éxito es considerar todo esto en dos partes
1) el valor de la cosa, es decir, lo bien que satisface tus necesidades, no sólo el valor monetario. Esto se aplica tanto si ha sido fácil de conseguir como si no.
2) el reconocimiento del logro al conseguirlo. Algunas cosas pueden ser más difíciles de adquirir que otras y debemos recompensarnos mediante el reconocimiento cuando las adquirimos.
Verás, vale lo mismo si has tenido que adquirir nuevas habilidades o recursos para conseguirlo o si te apoyas en los ya existentes (cuidadosamente perfeccionados) que das por sentado.
¿Qué tal si, a partir de ahora, reconoces lo que tienes por lo que vale y, por separado, por lo que te costó conseguirlo? Verlo como dos partes abrirá tu conciencia a las cosas que puedes tener y que ya están disponibles para ti sin esfuerzo.
Cuando te veas haciendo estos cambios y obteniendo resultados diferentes asegúrate de darte las gracias. Tu mente quiere complacerte y le gusta la gratitud. A cambio, lo hará aún más por ti.
¡Disfruta enriqueciéndote!
